viernes, 2 de abril de 2010

Falleció María-Jesús Bardají Guereca

Un día de la segunda quincena del pasado Noviembre de 2009 falleció la hija de Teodoro Bardají. Tenía muchos años. Lo que sólo quiere decir que había vivido mucho, rodeada de sus hijos y nietos, y que disfrutó de bastante buena salud hasta muy tarde a pesar de tener tanta edad. Es decir, que es imposible no sentir hasta un poco de rebeldía, porque cuando se mantiene la conciencia y el espíritu sensible, con una buena memoria, parece que nunca es hora de morir. Nosotros así lo sentimos y compartimos el dolor y el sentimiento de ausencia que tendrá la familia. Que conste.
Doña María Jesús nació en 1913, fruto del matrimonio que un año antes había contraído su padre con una señora vasca, guapa como la hija, once años más joven que don Teodoro, hermana de una pastelero, un Guereca, que también trabajó con Teodoro Bardají. Conoció a su esposa en Zarautz, durante sus estancias en ese bellísimo lugar debidas a su trabajo. Lo de la belleza no es una frivolidad en estos momentos, ya que doña María-Jesús, cuando nos proporcionaba fotografías de su padre, siempre se le escapaba, ¡qué guapo era mi padre! Además, esto no es una necrológica al uso, es el más cariñoso y sincero recuerdo para una persona que nos abrió hace muchos años las puertas de su casa, que nos relató numerosos aspectos de la vida de su padre y de la suya, con esa memoria privilegiada que tuvo hasta el final de su días. Todo ello acrecentó la devoción que sentimos por tan ilustre cocinero.
Este escrito es también la ratificación de nuestro compromiso de ir consolidando tanto cuanto nos sea posible lo que contribuya a conservar y agrandar la figura y la obra de su padre, quien si hubiera nacido en Francia estaría en la memoria de todos los cocineros y gastrónomos, nadie podría prescindir de su obra, habría recibido el más alto grado de la Legión de Honor, ostentaría el título de Mejor Obrero (en Francia MOF) calificativo que él prefería, como se deduce fácilmente de sus escritos, a otros con que se adornan hoy los grandes del sector de la grey cocineril. Esto va dedicado a quienes lo ignoran, y a quienes tienen en su mano tomar en serio la función social de un hecho cultural tan importante como es “hacer cocina”, y que la sociedad y quienes les representan distingan a quienes lo merezcan de manera semejante a como se ha dicho, o como quieran, más en serio que como hoy ocurre en ese mercadeo mediático que en nuestros días nos embarga, y en el que jamás hubiera entrado Teodoro Bardají.
No es momento de recordar algunas de las peripecias de la vida de doña María Jesús, casada con el farmacéutico Lorenzo de Mateo y de Blas (+1957), muy duras en ocasiones, como se puede leer en las notas que en Prólogo y Apéndice ofreció el editor de La cocina de Ellas, la obra cumbre de don Teodoro. Supo hacerles frente y vivir feliz, sin rencor, a lo largo de los años que disfrutó. Nosotros, ya bastante mayor, la veíamos siempre guapa, de exquisita educación, con la virtud de la comprensión hacia todos, sin secretos que guardar en cuanto a su padre-cocinero se refería, y elegante, hasta con un cigarrillo en la mano, del que nunca se quiso separar. Sería parte del hedonismo y del buen gusto en el que fue educada.
Nota: La fotografía que ilustra este post recoge un momento de la Cena Homenaje a don Teodoro Bardají, promovida por doña Ymelda Moreno de Arteaga, organizada por la Cofradía de la Buena Mesa (13-03-2003). Se degustó un menú re-creado para la ocasión por Paco Roncero, con Vinos de Viñas del Vero, del Somontano vecino a donde nació T. Bardají. A doña María Jesús le acompaña, a su derecha, doña Elisa de Arteaga y Falguera, (ya fallecida también, en 2008), condesa de Ampudia, hija del XVII Duque del Infantado, en cuyas cocinas ofició el gran cocinero T. Bardají.