"El almirez", título de la columna que habitualmente escribe Martín Ferrand en XLSemanal, este domingo tan caluroso la ha dedicado al tema de las sopas frías. Con su capacidad de discernimiento advierte "que poco a poco las sopas van desapareciendo de las costumbres caseras y de las cartas de los restaurantes". Como esta es una cuestión que nos interesa mucho ya que, una vez más, Teodoro Bardají contribuyó como lo hizo en otras materias culinarias a una taxonomía de las sopas, cremas, ensaladas, etc., la oportunísima columna de Manuel Martín Ferrand nos sirve de pretexto para salir al paso del poco rigor que los cocineros, también los mediáticos, demuestran al utilizar sin criterio alguno por ejemplo la voz "gazpacho". Hay más ejemplos. O cómo pierden la oportunidad de utilizar el sintagma "sopa fría" para alguna de sus excelentes elaboraciones que se camuflan, sin embargo, bajo un lenguaje poco culinario, y poco ejemplar del buen uso del español. Invitamos a releer la obra de Teodoro Bardají, "La cocina de ÉLLAS", y comprobarán la importancia que para su autor tenían las sopas, también las frías, su manera de catalogarlas, ya que él, de cuya excelencia como cocinero nadie duda, a la hora de codificar las recetas utilizaba una metodología implacable. Como demostró en otros aspectos del lenguaje culinario.
El capítulo primero de su obra lo dedica -atención- a "Caldos, sopas, aperitivos y quesos", y adorna su inicio con estos versos: "Caldos y Sopas/Siete virtudes/tiene la sopa/ calma la sed y el hambre apoca,/ hace dormir y digerir,/ sabe bien y nunca enfada/y pone la cara colorada. Esta curiosa máxima, dice Bardají, la escuché por primera vez de labios de una insigne dama aragonesa, noble por sus virtudes y santa por las bondades de su corazón verdaderamente aragonés."
Continúa haciendo algo de historia y ofreciendo unas consideraciones muy interesantes para concluir su introducción afirmando taxativamente que "Todo esto demuestra que la sopa y las sopas han sido y serán parte principal de la ciencia culinaria." Sin ambargo, tal como se puede deducir del artículo de Martín Ferrand, el tiempo no parece darle la razón. Pero nosotros nos sumamos al criterio de don Manuel, quien a pesar de todo confiesa haber podido disfrutar de una excelente sopa fría en el restaurante "El cenador de Amós". Le envidiamos.
Hoy dejamos la cuestión aquí. Invitamos a la reflexión y a la discusión si cabe. Pensamos seguir con los argumentos de otro escritor, historiador del arte, gastrónomo refinado, nacido en Zaragoza, como fue don Luis Monreal y Tejada (1912-2005), el autor de una obra breve, pero esencial, bella en su edición, y preciosa en su título "Biografía de la Sopa"(1964). Así dejaremos el tema abierto para las sopas, unas más propias del verano, y otras insustituibles también en el invierno. Y confíamos que nuestros cocineros encuentren también en esta cuestión motivos de inspiración e innovación, eso sí, sin traicionar el lenguaje.
Continúa haciendo algo de historia y ofreciendo unas consideraciones muy interesantes para concluir su introducción afirmando taxativamente que "Todo esto demuestra que la sopa y las sopas han sido y serán parte principal de la ciencia culinaria." Sin ambargo, tal como se puede deducir del artículo de Martín Ferrand, el tiempo no parece darle la razón. Pero nosotros nos sumamos al criterio de don Manuel, quien a pesar de todo confiesa haber podido disfrutar de una excelente sopa fría en el restaurante "El cenador de Amós". Le envidiamos.
Hoy dejamos la cuestión aquí. Invitamos a la reflexión y a la discusión si cabe. Pensamos seguir con los argumentos de otro escritor, historiador del arte, gastrónomo refinado, nacido en Zaragoza, como fue don Luis Monreal y Tejada (1912-2005), el autor de una obra breve, pero esencial, bella en su edición, y preciosa en su título "Biografía de la Sopa"(1964). Así dejaremos el tema abierto para las sopas, unas más propias del verano, y otras insustituibles también en el invierno. Y confíamos que nuestros cocineros encuentren también en esta cuestión motivos de inspiración e innovación, eso sí, sin traicionar el lenguaje.
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ResponderEliminarAmigo TeoDoret:
ResponderEliminarSus seguidores, entre los que me cuento, estamos siempre atentos a sus escritos gastronómicos que, aunque espaciados en el tiempo, nos mantiene siempre en guardia y a la espera.
El almirez ha sido el detonante que le ha reconducido a los trabajos de nuestro admirado Teodoro Bardaji, y al son de las sopas y del gazpacho, nos ha señalado una obra singular que -gracias a mi padre- ahora tengo en la mano y, alertado por su erudición bibliográfica, he redescubierto. Me refiero a la Biografía de la sopa, de Luis Monreal y Tejada.
Amigo TeoDoret, sigo a la espera, siempre agradecido y con la esperanza de leerle con más frecuencia.
Un saludo,
Sebastián Damunt